Las hay a lo largo de todo el año, pero una vez que comienza el buen tiempo se convierten en un fenómeno imparable. Hablo de las bodas. Algunas nos hacen extraordinaria ilusión, otras son especiales y unas pocas que constituyen más un compromiso que una diversión. Sin embargo, todas reúnen un asunto en común: nos compramos algo directamente destinado al fondo del armario. No tiene por qué ser así. La semana pasada dedicaba una entrada a cómo informalizar una prenda adquirida para una ocasión especial. Así que, si compramos pensando en la ambigüedad, podremos disponer de ropa para lucir más de una vez, y al mismo tiempo, salirnos de lo habitualmente establecido. Eso sí, sin perder de vista el saber estar y el protocolo.
En una de estas situaciones se encuentra Moon. Tiene una boda dentro de poco y quiere salirse de lo habitual. Lógico, teniendo en cuenta que ése sería su estilo propio, ya que es una persona atrevida, con sentido del humor, irónica, inteligente, divertida y mil adjetivos más que destilan sus historias. Siempre recomendables. Como me considero fan absoluta de sus palabras, intentaré echarle una mano para encontrar soluciones alternativas para un atuendo de invitada de boda.
Son muchas las opciones para escapar del típico vestido entallado o palabra de honor, con lazo a la cintura, drapeados, escote pico, largo a la rodilla, tules, gasas, shantung, brocados, tirantes y demás recursos. No es que estén mal (que no es el caso). Simplemente que si ya hemos tenido muchas bodas estamos cansadas de utilizarlos. O que no van para nada con nuestro estilo porque somos más atrevidas. De ahí, lo siguiente:
- el vestido de flores: lo último este año. Y si es largo, mucho más. Perfecto para chicas con poca cadera, rectas o sin apenas cintura, ya que el corte imperio permite disimularlo. Lo mismo con el tema de las tripitas. Ideales con sandalias de tacón de inspiración romana y bolsito de mano blando, con boquilla. Todo muy romántico. Atrévete con un tocado de corona alrededor de la frente o con el pelo trenzado a modo de diadema. Cúbrete los hombros con un bolerito. Puedes ponerte unos pendientes grandes, aprovechando que llevas los hombros descubiertos. Si los pendientes no son lo tuyo, decántate entonces por un collar largo, de cuentas gruesas.
- las dos piezas desestructuradas: tejidos rígidos como el raso en colores fríos como una combinación de grises, piedras y crudos. Faldas globo, bermudas bombachas. A la cintura o a la cadera. Camisas abiertas, mangas japonesas, cuellos redondos. En definitiva formas nuevas que de por sí son diferentes y originales. Utiliza zapatos de tacón de colores planos, con algún elemento original, como los de Pedro García. La cartera de mano ha de ser de lo más discreta. Lo mismo con el maquillaje y los accesorios: todo muy neutro. El protagonismo lo tienen los cortes de las prendas.
- El pantalón sailor: en principio es una prenda poco apta para una boda. Pero todo depende de cómo lo combinemos. Si nos inspiramos en los 70 y lo combinados con unas sandalias altas, de cuña, una blusa en chiffon de manga abullonada, cuello redondo, amplia (puede ser con flores chiquititas o con lunares) y una carterita de mano rígida estaremos de lo más ideal. Si la boda es al mediodía, podemos atrevernos incluso con una pamela blanda, de ala ancha, estilo pirata. De complementos, la pulseras son nuestro objetivo.
- El vestido atrevido: corto, corto, cortísimo. Es verano, momento de lucir las piernas morenitas y maravillosas. Un vestido de seda, vaporoso, en movimiento. Con un corte original y combinado con sandalias de tira al tobillo. Juega con el choque de colores: gris+coral, gris+verde, gris+rosa palo (por hablar de grises, aunque las combinaciones de colores son siempre infinitas). Lleva una cartera de mano también de color, y luce en tu cabeza un tocado. Una tendencia de lo más coqueta que convierte en especial cualquier prenda que te pongas. Los tienes de todos los tamaños, ajustados siempre a tu corte de cara, de pelo y a tu estilo (más o menos grandes, el material, la manera de prenderlo al pelo). Un vestido corto de este estilo es el soporte ideal para lucirlo, ya que le da el protagonismo que merece, sin mezclarlo con un sinfín de elementos más.
Vestido largo o extracorto, faldas desestructuradas e incluso bermudas, o pantalones de talle alto como opciones diferentes para ir a una boda. Da igual dónde lo hayamos comprado. Lo fundamental es que se ajuste a nuestro estilo, que esté confeccionado en un buen tejido y que no nos sintamos como si lleváramos un disfraz. Inspírate siempre en ti misma. Al otro lado del espejo hay más potencial del que te crees…
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: si en invierno mi cruzada eran las medias transparentes, en verano serán las gafas de sol. Os aconsejo que no os las llevéis nunca a una boda. Salvo por razones de salud. Pero es simplemente un consejo. Si te vas a pasar la mañana guiñando los ojos provocando a los maridos de todas las invitadas y granjeándote enemigas y posibles zancadilleadoras a lo largo de la velada, es mejor que te las pongas.
Un maxibolso. Aquí sí que no hay disculpas. Si tienes niños pequeños y necesitas llevar cosas, puedes coger una bolsa de papel o la bolsa del niño. Pero evita en la medida de lo posible el uso del shopping bag, ya que informalizará tu estilo.
Los vestidos floreados largos pueden llevarse durante el día, ya que por el tejido en el que están confeccionados se admiten en este tipo de bodas. Son temas que cambian, como lo de acudir de color negro (en la actualidad, muy en boga). Sin embargo, siempre que sea posible, yo evitaría este color (más en verano). Eso sí, si te decantas por faldas o vestidos largos, olvídate de lentejuelas y cosas que resplandezcan, can-can, tules, corsés brillantes, chales reflectores y demás elementos habituales del tema boda. Un poquito pasados de moda ya… ¿no?
El chal… no. No al chal. Se han inventado estupendos sustitutos como los boleros.
Si eres bajita y con la cadera ancha olvídate de los vestidos largos y corte imperio. Tampoco te decantes por pantalones de pata ancha y cintura alta. Mejor un vestido corto o una falda corta.
Si tienes las piernas cortas o torcidas, no te pongas sandalias atadas al tobillo. Resaltará más estos defectillos. Estilízalas con sandalias despejadas en el empeine, escotadas. O con peep toe.
Abusar de las flores. Si eliges un vestido o top floreado, no lleves bolso ídem y además flores en el pelo o en los pendientes o en las sandalias. Acabarán regándote.
Vigila y cuida tus pies. Aunque vayan por el suelo, son parte de tu cuerpo y muy importante además. Sé objetiva con ellos, y si ves que no son tu fuerte, no llevas sandalias. Cálzate unos peep toe o una sandalia de tira ancha que cubra tus partes débiles.
Lo encontrarás es: según el orden de las fotografías presentadas arriba, el vestido floreado es de Hugo Boss, el conjunto desestructurado de Sophia Kokosalaki, el pantalón sailor de Comptoir des Cotonniers y el vestido con lazo al cuello de Derek Lam. Otras opciones más económicas en Tintoretto o Mango.