De mañana, de tarde, de noche. La temporada de bodas está a punto de alcanzar su punto álgido: el verano. Y vestirse para acudir a una de ellas se puede convertir en todo un problema (principalmente cuando tenemos más de una y los invitados coinciden). Salir del paso resultará extremadamente fácil si cumplimos dos premisas fundamentales: somos prácticas y conocemos muy bien nuestro cuerpo y nuestro estilo.
Luanova pidió una entrada sobre el tema. Le interesaban opiniones para eventos de este tipo tanto de mañana como de tarde. Son dos momentos un tanto dispares en cuanto a estilo pero con ciertos rasgos en común. Vamos a ver opciones:
1. Si la boda es de mañana: el protocolo está un tanto relajado y ya podríamos hablar de un “(casi) todo vale”. Opciones:
- La más habitual pasa por un vestido corto, de gasa de seda, muy veraniego. Si lo eliges estampado liberty, aprovecha para darle toques naïf como una flor en la muñeca o en las sandalias. O si no, un tocado pequeño o una diadema en el pelo y un bolsito en forma de bombonera. Para cubrirte los hombros o mitigar el fresquito, un bolero de punto, sencillo, es el toque ideal.
- La rompedora pasa por ir de pantalones. Un pantalón de excelente caída, ancho, con un top de corte halter puede crear un conjunto fantástico. Eso sí, lo fundamental es que los tejidos sean ricos, como la seda, para darle un toque más festivo. El complemento perfecto será un gran broche que colocarás a la altura del hombro o en la cintura del pantalón. Un brazalete original y una cartera de mano maxi.
- La nueva es la del vestido largo. Ya no está relegado a la noche. Eso sí, presta atención al corte y a los tejidos que eliges ya que en ellos está la clave para que se diferencie del seleccionado para una ceremonia vespertina. Utiliza cortes túnica, bien de manga francesa bien recogidos al cuello en tejidos que van desde la gasa de seda al algodón. Acompáñalos con un bonito peinado, de cabello suelto con aire bohemio y un gran anillo en el dedo índice. Puedes llevar incluso unas sandalias planas.
2. Si la ceremonia es de noche:
- Puedes ir de corto, si te apetece. No hay ningún tipo de norma que obligue a ir de largo. Eso sí, has de elegir un vestido con apliques en paillettes o con un estampado más colorista. No tienes por qué renunciar a un tocado. Hazte con uno pequeño o con una diadema para personalizar y adaptar a tu estilo el vestido que hayas elegido.
- Puedes ir de largo, como suele ser lo habitual. Eso sí, modernízate. Y decántate este año por uno asimétrico: más largo por detrás que por delante. Que si ya el año pasado asomaba, este año es tendencia protagonista. Un raso de seda, un corte palabra de honor o asimétrico enseñando uno de tus hombros… y siempre con tacón.
- Y si no renuncias a desprenderte de los pantalones, también puedes llevarlos de noche. Por ejemplo, un pitillo tobillero con sandalias de mucho tacón con una blusa de seda de corte asimétrico y peinado de tendencia andrógina.
Siempre tomando como punto de partida nuestro propio estilo, que si sabemos escucharlo nos guiará divinamente hacia el punto adecuado. Aquel en que nos sentiremos cómodas y reinas de la fiesta.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: ir de blanco. Salvo que la boda sea en Ibiza o se te exija en la invitación, es una falta de respeto para con la novia. Por muchas modernidades que haya.
Un mono. Y no hablo de Amedio. Los monos están muy bien en plan informal o como reina de las fiestas nocturnas. Pero no acabo de verlos para una boda.
Un vestido largo, lleno de lentejuelas, brillitos, volantes… salvo que la invitación venga por parte de la familia de Farruquito.
Organzas, organdíes, tafetanes y demás tejidos para olvidar que sólo deberían de ser utilizados para fabricar prendas de las princesas Disney.
Los chales. Son muy difíciles de ver, y más de llevar. Evítalos.
Limitarte con el uso de tocados. Son más fáciles de llevar de lo que piensas, personalizan un estilismo, siempre favorecen porque siempre hay uno adecuado a tus rasgos y te hacen sentir especial. Ya sabéis cuáles son mis favoritos.
Improvisar estilos. No eres ni Keira, ni Penélope ni Eva Longoria. Eres tú misma, y como tal irás. Porque no se trata de ninguna fiestas de disfraces.
Sólo mirar vestidos en las tiendas de marcas y boutiques variadas. Te sorprenderían las maravillas que te puedes encontrar en Mango, Zara y similares.
Ir mini mini mini mini. Que es verano y no hay medias hiper tupidas que vayan a cubrir vergüencitas variadas. Así que por precaución, decoro y para evitar que llegado el momento Massiel de la noche te hagan fotos y vídeos para el YouTube cual Britney Spears y compañía, vigila el largo de tus prendas.
Llevar el bolso de diario. No vale ninguna disculpa, ni siquiera la de que vas con niños y tienes que llevarles los gusanitos, y los potitos y los y los. Utiliza una bolsa para eso, y el bolsito de mano adecuado para lo imprescindible.
Los tacones de cada día. No. Jamás. Eso es un claro caso de G.I.R. (gran insulto retinal). Si te resultan hipercómodos y tienes miedo de hacer el ridículo encaramada a otros tacones, pues vete de plano, que ya no hay nada que afortunadamente te lo impida.
Cuidadín con los tocados más pendientes. Si llevas lo primero, afina lo segundo. Dos protagonistas en la misma escena sólo puede tener un final: pegarse.
Pamela o sombrero de noche. Otro G.I.R. Es un complemento que exige sol por un lado, y cierto código de vestimenta con otro. No hagas experimentos raros. Además, a diferencia de los tocados, sí que hay que saberlo llevar.
Lo encontrarás en: el primer vestido es de Diane von Furstenberg. El segundo, de Paul&Joe.