El día en el que por fin nos decidimos a realizar una inversión superior a lo habitual en materia de trapitos, rezamos para que lo que acabamos de adquirir no esté condenado al más absoluto ostracismo en el fondo de nuestro armario. Si ya de por sí es doloroso tener prendas que no utilizamos, lo es aún más cuando nos han supuesto un esfuerzo económico mayor. Por eso, lo recomendable es invertir en algo polivalente. Bien porque sea atemporal, bien porque lo podamos lucir en una gran variedad de ocasiones, completamente distintas entre sí.
Sin duda, el vestido es la gran referencia en estos casos. Por supuesto, hay excepciones (como el calzado), pero en general, suele ser el más aprovechado. Así que veamos alguna idea para sacarle más partido a un vestido especial.
Esta temporada asistimos al furor de los cortes túnica e imperio. El beneficio de estos cortes reside en que se informalizan tan rápido como se convierten en un look ideal para cualquier ocasión que exija un punto más de formalidad. Básicamente, dos opciones:
- La primera es la cotidiana, la del día a día: el paseo, un día de compras, la terraza. Un aire infantil es el acertado. Para ello, lucimos el corte túnica en todo su esplendor, libre. Lo combinamos con unas bailarinas planas, de pulsera al tobillo (magníficas unas verdes, de ante, en Zara). Si no me apetece ir de plano, en la colección de Chie Mihara encontramos unas sandalias no demasiado altas, con pulsera al tobillo, en colores naturales. Complemento con un cesto de mano como los de Gazel, en algún color flúor que puede ejercer de contraste con el vestido. En el pelo, un par de horquillas, como unas florecitas de H&M, Accesorize; o algo más especial de la Maison Bisoux.
- La segunda es la más formal: cenas, fiestas en casa de amigos, inauguraciones de verano. En este caso, el look lady es el acertado. Si el corte es túnica, la solución más rápida es ceñir el vestido a la cintura con un cinturón ancho, para aprovechar toda la tela del vestido y que provoque un efecto vuelo. Si el corte es imperio, entonces un fajín justo bajo el pecho. Para los zapatos, el tacón obliga. Mejor unos taconazos con plataforma delantera, peep toe, en algún color maquillaje. O con pulsera y tiras, de raso, como los de Pedro García. Tampoco están mal las propuestas de suela de madera de Pura López. Si el evento es de día, un bolso midi de piel trenzada, en beig, de Bottega Veneta. Si es de noche, la cartera de mano del mismo acabado, material y marca. Píntate esos maravillosos labios de rojo y pon tu mejor cara de pícara inocencia años 50.
Visto así, será mejor comenzar a fijarnos en la versatilidad de las prendas y no sólo en su precio. Que si nos ponemos a sumar todas esas camisetas y chanclas y bermudas que no nos ponemos pero que eran baratisísisimas, nos alcanza para un vestido estupendo que nos libra de todos los males. Y si no funciona, siempre nos quedará el Desembalaje Vintage.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: si tienes mucho pecho, evita los cortes túnica. Al ser tan holgados creará una figura que no tienes, aportándote más volumen. En todo caso, decántate por los imperio.
Si eres muy ancha de cadera, cuidado con los vestidos con demasiado vuelo (o lo que es lo mismo, ponerte un cinturón en un vestido túnica, que hará el mismo efecto). Los cortes imperio tampoco son demasiado favorecedores para las caderas muy anchas. Mejor entallados y si no, las túnicas sin forma, sueltas desde arriba.
Cuidado con los tirantes del sujetador. Nada de transparentes. Si no te queda más remedio, es preferible que se vean los tirantes de un sujetador normal. Y en alguna ocasión que habéis preguntado (y me he olvidado de responder: mea culpa), las conchas de silicona que se adhieren a la piel: funcionan. Eso sí, en tallas moderadas.
Aunque el bolso vaya por libre, el cinturón ha de ir coordinado con los zapatos. Al menos, en cuanto al color.
Si el vestido tiene un escote dibujado, adornado, demasiado subido o con muchos bordados, no se te ocurra comenzar a cargarlo de collares. Parecerás una ofrenda maya.
Horquillas + pendientes exagerados. O una cosa, o la otra.
Lo encontrarás en: el vestido es de La Bella Lola, para Rosario. El cinturón, de Cortefiel.