Dos días hablando de invitados, de invitados epeciales, y con una fotografía de un vestido maravilloso de Tsumori Chisato que bien podría valer para una boda en la playa dicen a gritos que es el momento de hablar también de la novia. Si hay algún evento en el que podamos actuar con total libertad en todos los sentidos, es en el día de nuestra boda. Existe un protocolo sobre este tipo de actos, sin embargo en este caso yo recomiendo más que nunca, sentido común. Es nuestro día, y más que nunca tendremos que obedecer a lo que nos apetece. A lo que queremos. Tenemos que pensar que es nuestra fiesta, nuestro momento y haremos algo que nos identifique. El protocolo lo marcaremos nosotros. Así que reflexionaremos sobre las múltiples posibilidades que hay de ir vestida de novia sin caer en tópicos. O maneras originales de vestirse de novia.
El vestido de novia es uno de los grandes protagonistas de la ceremonia. No es un vestido cualquiera. Es un vestido especial, el vestido. Cada vez es más sencillo encontrar el que se adapta a nuestras necesidades, el que soñamos, ya que son muchos los diseñadores que incluyen una línea de novia en sus colecciones. Además, clásicos como Pronovias o Rosa Clará presentan completísimos muestrarios propios y compuestos por diseñadores invitados para todo tipo de gustos y de bolsillos. Con todo, puede ser que nos apetezca ir diferentes. Ése es nuestro estilo habitual y en el día de nuestra boda no tiene por qué ser diferente.
Podemos innovar con los tejidos o con el corte. Y atrevernos a ir incluso en pantalones. O utilizar un vestido que no ha sido diseñado para novia. Podemos llevar un sombrero en lugar de un velo. O llevar unos guantes cortos. Incluso un minivestido. O que el que elijamos no sea blanco, sino de cualquier otro color. O con algún detalle en tejido y color diferente. Si nos apetece romper totalmente con lo establecido, podemos echar un vistazo a colecciones como las de Pedro del Hierro o Alma Aguilar, entre las que podemos encontrar estupendos vestidos que no han sido concebidos como para novia pero que podrían funcionar a la perfección en un evento de tales características.
Lo mismo sucede con el calzado. Podemos huir de las típicas colecciones para vestido de novia y llevar aquellos zapatos que nos encanten. Unos maravillosos peep toe plateados o unas sandalias con tiras al tobillo en color escarlata.
Eso sí. Fundamental, más que el vestido, es elegir al novio. Al fin y al cabo, lo tendremos que llevar puesto toda la vida.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: extramaquillarte. Aún cuando decidas vestirte extravagante, llevar plumas, pantalones o una minifalda; intenta que tu maquillaje sea lo más natural posible. Innova con complementos, más que con pintura.
Comprarte unos zapatos incómodos. La noche será larga, y acabar descalza no tiene glamour ni siquiera en tu propia boda.
Cuidado con la ropa interior. Más que nunca es algo que tendremos que cuidar. Buscar siempre aquella que se adecúe al vestido que vamos a llevar puesto. En ocasiones, no ha de ser tan provocativa ni especial como nos imaginamos. Lo cual no significa que no podamos llevarla después…
Comprarte un vestido sólo porque es de uno u otro diseñador o porque sea de lo más alternativo, diferente, llamativo o único. Si no te favorece da igual lo distinto que sea, te hará un flaco favor. Busca siempre aquel que te siente como un guante. Como si estuviera esperándote nada más a ti. Aunque sea de Zara. Pero que te haga especial.
Joyas. Cuidado con las joyas. No vayas a colocarte las pulseras de la suerte que siempre llevas colgando.
Lo encontrarás en: el primer vestido de estilo sirena confeccionado en tafetán es de Vera Wang. El segundo, un mono de Alma Aguilar; y el tercero, un vestido en chiffon de corte romántico de Carolina Herrera.