Un indicativo importante de la llegada de los primeros rayos de sol es el cambio de temporada en nuestros armarios. La ropa de invierno se prepara para el descanso, y recuperamos la que teníamos guardada del verano pasado. Esta actividad no sólo es fundamental por el hecho de tener que vestirnos cada día. También influirá en las compras e inversiones que hagamos esta primavera-verano. Si nos hemos hecho con buenos básicos el año pasado, podremos invertir en caprichos momentáneos o comprarnos un nuevo imprescindible para seguir sumando. Veremos entonces qué rescatar de entre la ropa de la temporada primavera-verano del año pasado.
Hay prendas que se repiten y siempre vuelven. Lo mismo pasa con algunos colores. Para estos casos es altamente recomendable que lo que compremos sea bueno, ya que permanecerá más de una temporada en nuestro armario. Así podremos rescatarlo y reutilizarlo por mucho que vengan y vayan las modas. Sin que nunca se vea anticuado.
Veamos los rescatables:
- El vestido blanco. Tanto si es camisero (perfecto para ir a la playa) como si es más romántico o de inspiración romana. Funciona estupendamente con tacones, con sandalias planas, sobre unos vaqueros, con una cartera de mano, un bolso bandolera, chaqueta de punto maxi, etc.
- Unos pantalones pitillo. El pantalón de pata ancha viene con fuerza, pero los pitillo estarán ahí y va a ser complicado erradicarlos. Ideales en blanco o de colores flúor. Siempre funcionan muy bien con minivestidos o con blusas túnica.
- Las sandalias planas. Todos los años se cuelan. Aunque los tacones vengan con papel protagonista, como sucede este verano, unas sandalias sin tacón son siempre útiles. Y si son estilo romanas, todavía más.
- El color coral, el blanco y el arena. Además de los flúor, estos colores sobreviven veranos y veranos. Favorecen a las pieles bronceadas y combinan muy bien entre sí y con otros colores de nueva llegada como el gris o los verdes de este año.
- El lino. Los tejidos naturales en verano son maravillosos. Son frescos, ligeros y favorecen. Vale la pena sufrir sus continuas arrugas en pos de la comodidad que nos ofrecen. Así que veamos los que tenemos en el armario y peléemonos con la plancha.
- Las sandalias de madera. Con tacón de madera. Son cómodas y versátiles: tanto con el bikini y un caftán como con un minivestido. Lo mismo con las sandalias de cuña de esparto.
También entrarían aquellas prendas que permanecían en el fondísimo de nuestro armario pero que por cariño nunca nos atrevimos a tirar y que ahora podremos reutilizar, como los vestidos floreados o las faldas lady de largo a la rodilla. Y siempre, siempre pensar en los complementos. Los guardamos de año en año y con paciencia nos vamos haciendo con una buena colección. Son importantes, ya que con su coqueta discreción al final se acaban convirtiendo en portada.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: ponerte el lino o cualquier tejido natural con tejidos claramente artificiales, como la lycra. Y ya que va de tejidos, éstos tienen un lenguaje que es necesario dominar para que no haya errores. Las lentejuelas, los rasos y el shantung difícilmente encajan en la playa. Mejor el algodón, el lino, el ramio y cualquier natural.
Por mucho cariño que le tengas a esas sandalias de tacón de madera sé objetiva con ellas. Si ves que tienen el tacón asqueroso –con todas sus letras- tíralas. Ahí fuera hay más.
Gastar dinero desorbitado en prendas capricho de una temporada o comprar cantidades industriales y descontroladas en imperios copiadores varios. Dosifica tus inversiones. Tu armario te lo agradecerá, y mucho más a la larga. Una compra inteligente permanece al margen de las modas. Siempre las resiste.
No es una buena inversión algo que lleva logotipos por doquier. Aburre. A la larga, aburre.
Lo encontrarás en: el top es de Jorge Vázquez. El vestido blanco, de Hoss Intropia. Todo de temporadas pasadas.