Se acerca el buen tiempo. Es inevitable, por mucho que la capa de ozono se empeñe en lo contrario. Con el buen tiempo, nos entran unas ganas irreprimibles de salir de compras, de atentar contra nuestros buenos propósitos de ahorrar un poquito y ser más racionales. Las tiendas trabajan para obligarnos a desistir de tan buenas intenciones. Lo más apetecible es dedicar una jornada completa a renovar nuestro armario. Saltando de tienda en tienda y recorriendo incansablemente las calles de nuestra ciudad. O de otras capitales, que también se puede dar el caso. Nadie duda de que el deporte compril es arduo y agotador. Por lo que recomiendo un look favorecedor y cómodo para una jornada de compras, o de shopping. Aunque soy de las partidarias del uso de la lengua de Cervantes. Es decir, del español, fuera eufemismos.
Líneas arriba hemos hablado de lo agotadoras que son estas jornadas. A esto es necesario añadir que nos tendremos que vestir y desvestir unas cuantas veces. Teniendo en cuenta además el momento climático en el que nos encontramos (no es verano, por lo que no podemos desprendernos aún de las medias), mi propuesta es la siguiente:
- una camiseta de algodón, marinera; con un vaquero (bien pitillo, bien de talle alto y pata de elefante) y una chaqueta army también azul marino. Como complemento, un foulard enroscado alrededor del cuello, en diferentes tonos de violeta. Si optas por el pitillo, no estarán nada mal unas bailarinas como las deRepetto. O los zapatos de cordones modelo Richelieu. Si te decantas por la pata de elefante, elige los Oxford con plataforma delantera y tacón ancho, también de la misma marca. Aunque altos, son ideales para largas jornadas sin sentarse. En cuanto el bolso…Mr. Bag, ¿se atreve a darnos alguna acertada recomendación?
Si el frío todavía nos ronda, se puede sustituir la camiseta por una camisa de algodón de batista y cuadros. Estilo leñador de color rojo será estupenda. Otras opciones cómodas son la del vestido con bailarinas. El vestido tiene el inconveniente de que por el momento ha de ir con medias. No hace falta decir que para probarse las prendas del verano es imprescindible quitárselas. Por otro lado, puede resultar poco funcional para agacharnos o movernos con comodidad con un bolso grande, o bandolera. Eso sí, fundamental llevar memorizado qué queremos comprar. O mejor dicho, qué nos hace falta comprar. Más que nada, para no tener que volver a salir al día siguiente, aunque sólo sea para tener que adquirir más perchas.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: ponerte unas botas que no tengan cremallera. El esfuerzo en los probadores cada vez que tengas que deshacerte de ellas puede llegar a ser hercúleo. Tampoco es recomendable ningún tipo de calzado complicado: con exceso de cordones o solapas.
Llevar un jersey de cuello vuelto. Tu maquillaje creará una copia de tu cara cada vez que te desprendas del jersey.
Complementarte demasiado. Los collares, las gafas de sol fuera de su funda (en la cabeza, por ejemplo, un lugar en el que jamás han de estar) o los brazaletes de pasta corren el riesgo de quedarse olvidados en los probadores. Piensa que llevas tu ropa y además aquella que decidas probarte. Así que es fácil que se confundan entre trapitos.
Si llevas medias, decántate por unas gruesas. Esencial si no quieres emular a Alaska en los 80 tras habértelas puesto y quitado hasta la saciedad.
No te recomiendo un bolso grande. Cargarás todo el día con él. Además, las tarjetas de crédito son especialmente ligeras. De todos modos, si te decides finalmente por uno grande (que además, suelen ser preciosos) procura entonces no llenarlo en exceso.
Lo encontrarás en: la camiseta es de H&M. La chaqueta, de Bershka. El foulard lo tienes en Dayaday. Y por qué no, en la calle.