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Manual de instrucciones: cómo actuar de invitado/a en un desfile

La semana pasada escribí en mi cuenta de twitter lo que veis en la imagen. Decía que ahora que estamos con las semanas de la moda, que aquí en Sevilla se avecina SIMOF o por lo que surja, en medio de un desfile no se aplaude.

Al hilo de lo dicho, mi querido y elegante Alfonso Candau preguntaba si no se hacía ni siquiera en el caso de que nos sorprendiese. Al mismo tiempo que pedía un post estilo manual de instrucciones. Sus deseos para mí son órdenes, y aquí va un NO SE TE OCURRA de lo que no hacer en un desfile. Tomémoslo con humor, como siempre. Que cada uno luego haga lo que le apetezca o le guste. Yo sólo digo lo que es correcto.

En primer lugar, un desfile es el momento en el que un diseñador muestra el resultado de muchos meses de trabajo. Suele ser un acto social de interés al que acude lo mejorcito y las más relevantes personalidades, además de la prensa. Ahora, con esto de los blogs y del boom del streetstyle, se ve también como una ocasión para figurar y tener cierto minuto de gloria. Lo cual es lícito y respetable. Sea como fuere, el que acude quiere ir vestido de forma apropiada. Tanto para no meter la pata como para acaparar miradas. En cualquier caso, hay cosas que NO deben de hacerse. Por ejemplo, ir vestido de invitado/a de boda. Ni sacar los rasos (bueno, y ya si me sacas los vestidos tiros largos de la boda de tu hermano, me quiero morir), ni los moños de peluquería. Por supuesto, el cómo vayamos vestidos depende de la hora del desfile (hay desfiles a las 10 de la mañana a los que no vamos a ir vestidos como si fuesen a las 9 de la noche) o si en la invitación nos indican algún tipo de código, que puede darse también el caso. Con todo, no nos disfracemos. Seamos naturales, fieles a nuestro estilo. Y si tememos meter la pata, tiremos hacia lo básico y neutro con algún detalle que nos deferencie. Por ejemplo, las mujeres con un total look en negro y zapatos diferentes. O los hombres, con una bonita corbata (si van de traje) o una chaqueta de calidad (si no lo llevan).

Una vez que nos adentramos en el recinto en que se celebre, no se puede hacer el alimaña. Las personas encargadas del sitting, prensa o relaciones públicas serán las que nos indiquen dónde tenemos que sentarnos. Apechugarnos como quien no quiere la cosa para quedar en front row evidencia que no somos font row y nos cuelga el cartel de advenedizo. Es lo peor.

La pasarela NO se pisa. Si no queda más remedio, pues se pisa. Hay ocasiones en las que el trayecto discurre entre las filas de asientos, por lo que es inevitable. Pero si no es el caso, no se pisa. No se dejan huellitas en ella. No importa que atravesarla sea el camino más corto para pasar al otro lado. NO SE PISA.

Cuando el desfile ya ha empezado, hay que guardar silencio. No se habla (y mucho menos, por el móvil) y el móvil tiene que estar en silencio. Dejamos de ser protagonistas para pasarle el relevo a las estrellas de la situación, que son los diseños de quien presenta.

Por esta misma razón, no se aplaude. Por mucho que nos sorprenda, nos encante, nos fascine, le tengamos un cariño inmenso, tenga una trayectoria tremenda, etc., no se aplaude. Aplaudir interrumpe, solapa la música, rompe el ritmo de desfile y desconcentra a los modelos. Se aplaude al final, y si nos ha encantado, ovacionamos, nos ponemos de pie… ya lo que nos salga. Aunque tampoco es necesario montar allí el final de un concierto, pero bueno. Que ya hay más margen de actuación.

Tampoco se echan piropos a los modelos. Que eso lo he escuchado yo. No se dice nada ni a las chicas ni a los chicos que desfilan. Que están trabajando. Que están haciendo el papel que se les ha pedido y en ocasiones, sobre una superficie hostil y con zapatos imposibles muchas veces que no son de su talla. Otro asunto es que en nuestro fuero interno pensemos que le pondríamos un piso en la playa y lo que surja. Pero no en voz alta, por favor.

Y ya al terminar, desalojamos el espacio lo antes posible. Que normalmente hay que adecuarlo para otro desfile que le sucede. No nos quedamos a recoger lo que sobre. Y nos vamos al kissing room o al espacio que se haya acondicionado para felicitar al diseñador (aquí es el momento adecuado para manifestar ese aplauso), aquí es su momento. Durante el desfile, él está dentro, coordinando las salidas, supervisando cómo salen las modelos… le importa poco que aplaudan fuera. No está ahí. Su momento es al final del desfile y en el kissing. Y por cierto, en el kissing tampoco hagamos el momento me arrechicuelo a lo María Jesús Ruiz para salir en las fotos de photocall. Si tenemos que salir en ellas, nos buscarán. No os preocupéis.

Como siempre, el triunfo está en la naturalidad. En que si no tenemos ni idea de qué hacer o de cómo actuar correctamente, pues intentar ser discreto. En fijarnos para aprender para nuestra próxima vez.

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