La mayor parte de las veces que recibimos una invitación de boda es algo esperado. Solemos contar con ello por lo que nos ponemos con tiempo a pensar el estilismo adecuado para tras ello, comenzar a buscarlo. Ardua tarea, por otra parte. Sin embargo, hay otra categoría a la que pertenecen esas invitaciones de boda que se reciben a escasos días del evento (el protocolo obliga a que una invitación de boda se envíe como mucho dos meses antes de la fecha), cuando no contábamos con acudir. Es un trastorno comenzar a buscar el qué ponernos. Así que es el momento de sacar partido a nuestros recursos de armario.
El truco en estos casos reside en no complicarse demasiado. Las prisas no son buenas compañeras de las compras, y al final acabaremos haciéndonos con una prenda condenada a morirse de aburrimiento por los siglos de los siglos. Por lo tanto, fundamental buscar un vestido no muy difícil, mejor algo plano, y muy polivalente. Es decir, que tanto funcione con unas sandalias altas como con unas planas. Además, con él no importa que la boda sea de mañana o de tarde.
Si el vestido es muy sencillo, entonces el juego se lo darán los complementos. Para ello:
- el tocado es la sensación de la temporada. Viene con fuerza, y más que tendrá. Recién salido del lado oscuro de las ceremonias, se apunta tantos a cualquier hora del día. En este caso, elegiremos un tocado de fiesta. Es muy importante que se adecúe a la ropa que vayamos a lucir. También observar con frialdad nuestra cara. El conjunto tiene que resultar armonioso. Y por último, que no nos exija un peinado que no nos favorezca o nos resulte incómodo.
- la cartera de mano. De mil maneras posibles. Desde las limosneras, hasta insulsas carteras de mano a las que podemos colocar un enorme broche de pedrería (siempre genial Suárez). Eso sí, si llevamos tocado, yo aconsejo elegir una cartera de mano pequeña y discreta.
- los zapatos. Si el vestido es muy sencillo, recomiendo una apuesta por los zapatos. Una buena combinación entre zapatos y tocado puede resultar magnífica. Además, este año tenemos la suerte de poder encaramarnos a las alturas con plataformas delanteras y coquetos peep toe.
- una chaquetilla de punto abierto. Un sustituto estupendo del chal que te servirá para cubrirte los hombros en la Iglesias (si la boda es por la misma).
- collares y pendientes. Si lo mío no son los tocados ni las carteras de mano llamativas, puedo atacar con un buen par de pendientes, sobre todo si tengo el cabello largo. Otra versión es la de pendientes pequeñitos y discretos y un collar largo, especial. Ya sabéis quién es la especialista en este tipo de retos.
Lo mejor de todo es que tanto el vestido como cada uno de los elementos que componen este look se podrán reutilizar en ocasiones futuras, por lo que el evento de última hora habrá valido la pena. Al menos, en términos de armario.
Seguid tan guapas.No se te ocurra: los sujetadores de tirantes transparentes. Si con el vestido se te ven los tirantes del sujetador, hazte con uno que no los tenga. Si es inevitable llevarlo con tirantes, es preferible llevar uno de tirantes muy finos.
Medias transparentes… y peor aún si van con sandalias. Esos dedos de los pies enmascarados no merecen comentarios.
Un tocado no apropiado ni a tu cara, ni a tu atuendo ni a tu estilo. Dejará de ser un complemento para ser un pegote.
Ya sabéis mi opinión sobre los chales. La organza, mejor para los vestidos de novia.
Las gafas de sol. En cambio es admisible (y si se lleva bien, maravilloso) un abanico.
Pegatinas en los zapatos. Que los estés estrenando sólo lo tienen que saber tú y tus pies.
Pendientes muy grandes y exagerados con el cuello corto. Si tienes el cuello corto, evita exagerar el efecto.Lo encontrarás en: el vestido es de Bimba&Lola. El tocado, una maravilla de El jardín de Lulaila.