El día que nos graduamos es como el gran día de nuestras vidas. Es la gran fiesta. María pronto va a tener su graduación.
Para ello, tiene un vestido de corte años 50, palabra de honor, en azul marino con lunares blancos. Como idea para combinarlo para ese momento, lo ideal es aprovechar al máximo ese aire de años 50. Si es azul marino, con colores rojo o coral refuerza el aire pin-up. Un zapato muy coqueto, una chaqueta capita, un moño alto, de cabello tirante y unos guantes mini. Todo en rojo, menos un bolso estilo Lady Dior en azul marino. El maquillaje muy limpio, con una raya en el ojo y los labios marcados.
Y si queremos aprovecharlo para cualquier día a día de verano, con unas bailarinas trenzadas en rojo, una chaqueta de punto de cuello redondo, colocada sobre los hombros y un cesto de rafia natural.
Una chica muy de fresa. Muy guapa. Y si tiene el corazón canalla, más guapa todavía.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: sandalias de tachuelas. Que no, que disfraces mezclados no molan.
Con botas. Y mucho menos por la rodilla. O las mosqueteras. Las únicas un poquito válidas son las de cowboy si se aplican con maestría y cautela.
Si la falda del vestido tiene vuelo, cuidadito con las blazer. No pegan pero nada de nada.
Bailarinas con calcetines. Demasiado colegiala, demasiado Grease. Ya tanto, no.
Bolso mítico playa o mítico shopping bag. No-no-no. Sólo piezas más coquetitas.
Chaqueta larga de punto. Descartadas.
Medias de rejilla. Adiós.
Tirantes transparentes con las tiritas al aire en el palabra de honor. ¿Para qué vas de palabra de honor, entonces?
Medias tupidas en verano. O sea, me olvido.
Lo encontrarás en: el vestido es de Paul&Joe. El calzado, de Uterqüe.