El Ideario: Azul y mostaza

Sí, otra boda en otoño. En este caso con un bonito vestido azul marino que Ana quiere combinar con sus sandalias color mostaza.

El vestido de Ana tiene el largo un poco más abajo de la rodilla. Ella, por su estatura (es bajita) pregunta si debería cortarlo o no. Como el vestido lo va a combinar con unas sandalias altas de color mostaza, hay dos opciones:

  • Con una inspiración años 40: en lugar de cortar los bajos del vestido, sería mejor estrecharlo levemente, entubarlo. Así, lo combinamos con una chaqueta de largo a la cintura en terciopelo mostaza, como las sandalias.
  • Luciéndolo tal cual: entonces lo cortamos con el largo justo en donde empieza la rodilla. Para estilizar la figura podemos lucir un colgante largo, en plata vieja con un detalle en mostaza (como un pompón de piel, como los de Rita Pajarita). La chaqueta, en punto de seda en plata oscura o gris plata, con la manga francesa. También es adecuado un abriguito justo un par de centímetros sobre el largo del vestido, igualmente con manga francesa.
  • En modo estampado: con el vestido suelto, sin marcar cintura, podemos llevar un abrigo brocado, o jacquard o similar en tonos marino y mostaza. Un abrigo con capa, no entallado, y sin cuellos, de aire Jackie Kennedy. Si conseguimos además forrar nuestra cartera de mano con el mismo estampado del abrigo, habremos dado en el clavo.
  • O marcando cintura: si nos ponemos un cinturón metálico ya subirá de largo al ablusonarlo en la cintura. El cinturón puede ser de plata vieja, no muy ancho. Para el fresco, una estola ancha, de pelo, en mostaza.

En cualquiera de los casos podemos aprovechar para lucir un tocado. Un casquete sencillo, de base azul marino y elementos en dorado, plata vieja y mostaza, como resumen de nuestro estilismo.

Y el elemento común para todas las opciones salvo la del abrigo estampado, será una cartera de mano metálica, con detalles en marino, en plata vieja y en dorado que ayuda a crear conjunto entre los tonos del vestido y de los complementos. Y que además es lo suficientemente especial para destacar sobre todos ellos.

Seguid tan guapas.

No se te ocurra: botas. Ni botines, ni similares.

Los zapatos de tacones exageradísimos y grandísimas plataformas comienzan a aburrir. Quizás hayan saltado ya a las esferas de lo vulgar y por ello les esté comenzando a coger manía.

Con un vestido liso es el momento de que los complementos jueguen el papel estrella. Así que hay que elegirlos con sumo cuidado. Eso sí, que uno, tan sólo uno, sea el protagonista. Tampoco hay que extraadornarse.

Un cuello de pelo no lo veo. Es demasiado pronto, no hace tanto frío. Y el vestido tiene un escote excesivamente cerrado para ello.

Siendo como es este vestido, con las opciones de abrigo que ofrece, nos olvidamos de un chal.

Tampoco blazer ni chaquetas americanas amplias.

Una cazadora de piel es demasiado informal. Es cierto que el vestido tiene muchas posibilidades y que se puede socializar fácilmente, pero el tema que nos ocupa es el de la boda. Algo más formal.

Lo encontrarás en: el vestido de Ana es de Mango. La cartera de mano, de Topshop.

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