De La Condesa admiro todo. En realidad debería decir que de Marina Conde lo admiro todo. Ha pasado mucho tiempo desde que la conocí, en una cena de bloggers incipientes, en Madrid. Mucho antes de los showrooms y los open day y los canapés y regalos gratis. Una tía con la cabeza muy bien amueblada, inteligente. De esas personas que sabes que están en un sitio porque no pasan desapercibidas. Con un estilo particular y una personalidad arrolladora. Y lo admiro, sí. Lo admiro porque ella misma, todo su Conde lo ha trasladado envuelto en el mejor de los papeles seda, a La Condesa. Porque La Condesa respira como lo hace Marina Conde.
Su trabajo es artesanal. Alta Costura de atelier, de la de verdad. Diseña una a una, primero sus famosas chaquetas, y ahora una colección completísima, entera, que ha recibido el nombre de Pléyades. Y así de luminosa dejó la pasarela de MFShow en Madrid.
Su colección Pléyades se completa más allá de las chaquetas. Pudimos ver vestidos, tops, faldas, pantalones… e incluso los complementos. Todo Made in Spain del de verdad.
Tejidos que van desde el cuero y el algodón hasta el chantilly y las lentejuelas. Un choque de estilos que tanto caracteriza a Marina, capaz de lucir deportivas y perlas e ir maravillosa. Así es la mujer que dibuja La Condesa.
Prendas absolutamente versátiles, muy combinables y rentabilizables, de las que dan de sí temporada tras temporada. Buenas inversiones que herederarán nuestras hijas, sobrinas o el museo al que donemos nuestras preciadas joyas a nuestra muerte.
Un maravilloso espectáculo del que me fascinaron los estilismos y el maquillaje, con las Pléyades en el rostro de las modelos. Y es que todo bueno se puede esperar de alguien que, como yo, adora el champagne por encima de (casi) todas las cosas.
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