Si la semana pasada hablábamos del entretiempo en el norte, hoy lo vamos a hacer centrándonos en el sur. O en esos sitios en los que la primavera viene con toda su locura: calor en las horas centrales, fresquito suave por la mañana y de repente, algún día de lluvia.
Como siempre, dedícate a analizar tu armario y separa la ropa que no es tan de verano profundis y más de primavera. Es el momento de ir enseñando piel pero tampoco es obligatorio sacar ya la gasa, los tirantes finos, etc. Puedes ir haciéndolo paulatinamente. Un armario ideal podría tener:
- Prendas exteriores entre las que tiene que haber un trench ligero (que hace sol pero puede caer una chaparrón) y una cazadora de piel o ante. Además, añade una sobrecamisa en denim o militar (que combina muy bien con todo), una bomber finita (me chiflan las de Dime Romeo) y un abriguito largo kimono (en algodón o en seda). Con estas prendas vas a tener más que suficiente para vestirte cada día, ya que cambiando la camiseta y el pantalón (blanca sencilla o de rayas; vaquero, capri o culotte) tendrás un amplio abanico de looks pero con un armario reducido.
- Vestidos. Ya apetecen. Si te decantas por uno de corte camisero lo podrás adaptar a momentos más o menos arreglados, según la ocasión.
- Con los zapatos tienes más juego. Antes de saltar a las sandalias (salvo de tacón para salir, que ya puedes ir arriesgando) para el día a día aún no me pasaría. Te recomiendo unas botas cortas (también útiles si de repente llueve), mules, deportivas de lona y destalonados de tacón medio.
- Como de repente sube la temperatura y te quieres morir de calor, practica el cebollismo. Viste a capas más o menos actualizables: lleva algo de tirantes pero con un cardigan o sobrecamisa, por ejemplo. O un vestido pero con la cazadora de piel.
- Destierra las medias. O inténtalo. No hace frío, no es un evento formal… pues luce piernas. Tienes dos, son estupendas, son divinas, y son tuyas, parte de tu yo. Parte la pana, amiga. Y déjate de chorradas.
No se te ocurra: lo primero y fundamental es ser razonable. Ni atemorizarte porque oh
drama, el verano ya está aquí y yo estoy como una sábana / fofa / gorda /
flaca porque no tiene sentido. Eres más que tu cuerpo. Eres tu estilo,
tu aura, tu manera de moverte, de llevar la ropa que te pones. Y eso no
tiene nada que ver con apariencias externas. Quiérete, sé realista (no confundas autoestima con decor, eso nunca), sácate partido y luce siempre lo mejor de ti misma. Los complejos y las partes débiles están para ser disimuladas. Deja que lo bueno de ti brille y no te obsesiones con estar mirándote siempre lo malo.
Seguir con medias opacas, botas invernales y anacronías varias. Ni pega ni toca.
No vivir la estación que toca. Es que a ver. Ni hace falta que sigas yendo como un cuervo resfriado ni tampoco como Paris Hilton en plena fiesta veraniega de verano. Estamos en primavera, vete sacando las prendas poco a poco. Porque si te vistes del tirón de verano con el ansia viva de estrenar pues en julio vas a estar hasta el moñete de la misma ropa. Y entonces estarás deseando vestirte de invierno en pleno agosto. Qué locura, Paca.
Lo encontrarás en: el vestido es deMassimo Dutti. El abrigo kimono, deAsos.