Lo de ponerse a bailar por doquier está muy bien. Es sano y divertido. Además parece que las televisiones han descubierto que se trata de un buen filón económico que atrae audiencia y desde hace algún tiempo nos inundan con programas de similares contenidos. Sin embargo, aquéllo de lo que quiero hablar no tiene nada que ver con esto. Es más, no sé por qué a alguien se le ha ocurrido extraerlo de su natural contexto y meterlo en donde no corresponde. Me refiero a los calentadores.
Los calentadores son esa especie de calcetines sin dedos ni talón, en lana gruesa y de colores (o negros) que se ponen sobre el calzado para calentar los tobillos y que éstos no sufran al bailar. Dicho está: al bailar. Así que llevarlos por la calle no tiene sentido, por mucho que nuestro espíritu musical nos haga ir danzando en nuestro fuero interno.
Del baile saltaron a los gimnasios con el boom del aerobic en los ochenta, en los que veíamos a Eva Nasarreo a Jane Fonda luciendo tipito con sus maillot de colores. Y de ahí a la calle, pero repito: eran los ochenta. Buena época para la música pero difícil para la moda.
Sin embargo, parece que se sigue epeñado en volver a tropezar con los errores del pasado, y volvemos a satanizar a los pobres calentadores que tan monos están en sus estudios de baile al verlos cubriendo enormes botas de estiloArtacompañando a minifaldas de colores y escuetas cazadoras bomber de cuello de pelo. ¿Dónde se ha quedado el sentido de la estética? ¿Es que alguien puede verse estilizada y bella luciendo de este modo?
Dejo la pregunta abierta porque puede que alguien sí tenga una razón de peso y consiga hacerme cambiar de opinión.
Seguid tan guapas.