Manual de uso: los slouchy jeans

Cada temporada nos encontramos con el palabro nuevo de turno. Hemos pasado por los pantalones baggy o los paper bag. Y esta próximo otoño-invierno es el turno de los slouchy jeans.

Ya el invierno pasado os comenté de la muerte de los skinny (los pantalones pitillo de toda la vida), que si bien se empeñan en matar y sustituir por inventos varios, lo favorecedor de su corte hace que permanezcan en la sombra por los siglos de los siglos. Muerto en rey, salen candidatos. Como los de esta temporada que han sido bautizados como slouchy jeans: vaqueros flojos de toda la vida. El polo opuesto. De lo más pegado a lo más holgado.

Este tipo de vaquero queda bien en todas las siluetas y es especialmente agradecido con los culos muy planos, ya que los difumina y así se puede decir adiós al suplicio de los pitillo que los ponían tan en evidencia. Pero también se porta bien con las caderas anchas, incluso si eres de poco pecho: aporta volumen en la parte superior y equilibrará.

Para que sienten perfecto, dos normas: que sea de tu talla (flojo no significa gigante. Es como el oversize de las camisas: flojo pero de tu talla) y que no quede nunca más largo del tobillo. De esa manera se afina la silueta que se pierde entre los flojeríos del pantalón.

Es importante también que la parte superior no sobrepase la cintura. O bien que el largo quede justo en donde empieza la cinturilla del pantalón o bien metida por dentro. Y como mucho, deja la parte de atrás fuera y la de delante, por dentro. Pero nunca completamente por fuera o el efecto saco será devastador.

En cuanto a la prenda de abrigo, una americana de corte masculino es la compañera perfecta. Los hombros estructurados ayudarán a delimitar perfiles que se pierden y alarga la figura.

¿Es obligatorio tener unos? No. No lo es. Es solo si te gustan, si te apetece, si te ves con ellos, si te los pruebas y ves que el resultado te gusta.

Los puedes encontrar aquí.

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