Con esto de la llegada tan estrepitosa del otoño, con todas sus alertas en colores, las botas de agua parecen ser indispensables para pisar un exterior más parecido a un río que a una calle. Esas botas que desde que llegó Hunter a nuestras vidas de la mano (o de los pies, mejor dicho) de Kate Moss parece que no nos van a abandonar. Hablamos de las Wellies o Wellington boots.
La definición
Cuando éramos pequeñas era habitual llamar katiuskas a las botas de agua. Esas botas de goma, de caña alta, ideales para días muy lluviosos porque eran totalmente impermeables. Un nombre, katiuska, que suena a ruso porque efectivamente ése es su origen. Y no porque vinieran de Rusia, sino porque las llevaba la protagonista de la zarzuela homónima de Solorzábal.
Pues bien, esas mismas botas de agua (que tan poco o nada, transpiran) tienen un origen mucho más aristocrático. Las mismas Hunter que vemos hasta en la sopa vienen de una idea original que el británico Duque de Wellington, allá por el siglo XVIII, de modificar una bota y convertirla en la actual bota de goma con suela dentada. Por eso se las denomina como Wellington boots, Welly boots o simplemente Wellies. Es muy habitual verlas en escenas típicas de la familia real inglesa. De hecho, la Moss es británica.
La elección adecuada
Ese boom de necesidad de saltar charcos a cualquier edad han hecho que proliferen una y un millón de opciones variadas. Eso sí, si nuestra edad supera los 30, es recomendable elegirlas sin estampados y en colores neutros porque serán más sencillas de combinar.
Cómo combinarlas
Si bien es un calzado tradicionalmente ligado a lo más sport, podemos llevarlas ya prácticamente con todo. Tanto con un pitillo dentro de la bota y un trench. Como una falda de estampado liberty y un jersey de punto y cuello pico. O unas bermudas, camisa y jersey de rombos.
Funcionan muy bien con una media de punto arrugada justo bajo la rodilla para que se vea al final de la bota. Además, evita que se estropeen las medias.
Salir a la calle en días de auténtico diluvio es más sencillo gracias a ellas. Eso sí, obligatorio llevar calcetines de buen algodón. Algún punto oscuro tenía que tener.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: no las mamarrachices. Está bien que sean estampadas, pero no que vayas hecha una manta de patchwork con miles de dibujitos y colorines. Sobre todo si ya estás más que cerca de madurez.
Atreverse con ellas está genial (maravillosas con tejidos encontrados como las lentejuelas o el tul) pero sin pasarse. Que a una boda o a una cena importante no se llevan. En casita se quedan más a gusto.
Hay que cuidarlas. Pueden con todo, pero necesitan sus cuidados específicos para que la gome brille como es debido.
Con faldas o vestidos largos no las acabo de ver, la verdad.
Nunca con baggy pant. Y en general, nunca si van a ir dentro de pantalones.
Lo encontrarás en: las botas son de Hunter. El look de la derecha, de Blanco.Y para las que estéis en Madrid, no os perdáis hoy jueves, viernes y sábado un outlet de lo más interesante.