Retomamos nuestro glosario con una prenda a medio camino entre el armario y el cajón de la ropa interior: el bralette. Se trata de un sujetador pero más cubriente, más parecido a un top que a un sujetador propiamente dicho. No lleva aros y es de encaje. Está pensado para lucir con seguridad y tranquilidad esas prendas excesivamente escotadas sin tener que recurrir a la siempre socorrida camiseta blanca.
El bralette es ideal con un vestido de tirantes muy finos y con los laterales escotados. O con una simple camisa blanca para llevar desabrochada hasta algo más abajo de lo habitual. También con las sencillos tank top de algodón orgánico o de tiantes y seda, que así si se desboca más por delante o por el lateral pues estupendo: se verá el encaje del bralette. Y con los vestidos/camisas/monos de denim.
Personalmente, la versión que menos me convence es la de usarlo como top con un blazer o por encima de una camiseta blanca (esa tendencia que yo ya viví en los 90 y que no pienso repetir). Pero eso ya es una cuestión más que personal.
No se te ocurra: con aros. Entonces ya es un sujetador, no un bralette. No es una prenda concebida para hacerte el escotazo de tu vida. Al contrario: reduce más que resalta. Pero tiene otro cometido, otro ángulo distinto del concepto sexy. Y a mí lo que me parece sexy es siempre lo elegante, lo sutil, lo bello. Lo chabacano me hace correr más que cualquier blogger adicta al running.
Que no cubra. Piensa siempre en algo parecido a un top. Si no se parece a un top, entonces al cajón de la ropa interior y llámalo sostén de toda la vida.
Elegante y todo lo que quieras pero de boda no te lo vayas a llevar. Si el vestido te queda holgado pues toca arreglarlo. Los escotazos de vértigo hay lugares en los que están tan fuera de lugar como Carmen de Mairena en Saber y Ganar.
Lo encontrarás en: el mío es de H&M, del año pasado. Pero los tienes en las mil y una tiendas de ropa interior y en las secciones de lencería de todo tipo de marcas.