Cuando calienta el sol

Nos encanta el sol. Sin embargo, es más que cierto que cada vez es más peligroso para nuestra piel, que tenemos que protegernos si vamos a exponernos a él. No sólo en la playa o en una hamaca emulando a anfibios varios. También por la calle es recomendable utilizar factor de protección solar. Más vale prevenir que vivir una desagradable sorpresa.

De todo lo malo (y pesado) siempre se extrae algo positivo. En este caso, de la necesidad de cubrirnos ante el sol, principalmente en sus horas más complicadas, nace la necesidad de hacernos con un sombrero. Un complemento más que llega a nuestro armario y que cada vez tiene más fuerza y lucha con más tesón con el objetivo de volverse imprescindible. Un complemento coqueto que puede ser el cierre perfecto para cualquier estilismo, mientras que nos protege y cuida nuestra piel. Esta temporada, además, existen tantos sombreros como estilos. Ya no hay disculpa para no tener uno.

Desde los panamá tan elegantes y sureños, hasta los cowboy pasando por los borsalino. Veamos cómo llevar un sombrero:

  1. La pamela de ala ancha. Las hay de algodón o de cáñamo. Son muy elegantes y funcionan en looks urbanos o de playa. Ideales en la playa si recogemos la solapa frontal con un broche grande, enorme (por ejemplo, de una flor) para darle cierto aire pirata. En ciudad, funcionan muy bien con una camisa blanca de manga corta y un pantalón recto de algodón o lino de algún color vivo (como el rojo). Sandalias peep toe de esparto y un maxibolso. También con falda lady y camisas de cuello claudine. Si hablamos de estilismos playeros, son fantásticas con una blusa amplia, de corte romántico y hombro al descubierto, en lino, y unos short. Sandalias romanas en los pies y un cesto de rafia.
  2. El borsalino. El toque chic de la temporada. Un juego andrógino muy favorecedor. Para looks ochenteros es magnífico. Colócatelo con unos pitillo, zapatos jazz, tank top y blazier de algún color flúor. O radicaliza tus flores eliminándoles el almíbar llevándolo con un vestido de estampado floral.
  3. El de rafia. Muy apropiado para looks más ingenuos. Con vestidos cortos y bolsos mini. Ponle un broche en la parte delantera del ala para que te permita ver mejor. El broche en este caso, de alguna pieza pequeña, simpática, y mejor si es de alfiler. Muy simpático con alguna de las niñas de El Jardín de Lulaila. Lo puedes llevar a la playa con una minifalda vaquera, maxiblusa y Havaianas. La toalla en una bolsa de aire hippy en bandolera.
  4. El cowboy. Estupendo en la playa, mientras tomamos el sol. Llévalo con una camisa blanca XXL o con un vestido camisero también blanco. Con tu carterita de mano en la que guardas tu móvil y tus euros ya estás lista para acercarte al chiringuito.

Los sombreros son un juego continuo, además de sumamente obedientes ya que se adaptan a nuestro estilo (nunca nosotras al suyo). Deja la vergüenza en casa y atrévete con uno. Tu piel, tu pelo y tus niveles de misterio te lo agradecerán.

Seguid tan guapas.

No se te ocurra: convertirte en John Wayne. Una cosa es que el sombrero sea de inspiración cowboy y otra muy distinta, que te plantes también las botas (y el lazo, y el caballo). No. Si quieres sacar tus botas del lejano oeste, prueba entonces con un borsalino o uno de ala ancha.
Llevar una gorra a la playa. La gorra está bien para lucir en eventos deportivos o para hacer deporte. Pero si en la playa no vas a mover más músculos que los que te ayuden a extenderte la protección solar, déjala en casa.
Calarte el borsalino hasta las orejas o hasta las cejas. No se trata del casco de una moto. Tiene que ir levemente colocado hacia la parte de atrás de la cabeza, sin calarse nunca en la frente.
Ponerte un panamá con faldas o vestidos safari. Por las mismas razones que con el cowboy: parecerás la dueña de una plantación. Prueba mejor con un vestido, feminízalo.
Comprarte un sombrero que te encante sin habértelo probado. Ni todos los peinados ni todos las caras aceptan los mismos tipos de sombrero. Son un poco como las gafas de sol, así que pruébatelo antes de llevártelo. Y sé objetiva.
Los sombreros son un complemento más de nuestro atuendo, así que trátalos como tal. Obsérvalos en conjunto y procura que formen parte del todo, analizándolo junto al resto de complementos, prendas y zapatos. Tiene que contribuir a crear una armonía, no cargársela ya empezando por la cabeza.
Utilizarlo para ocultar la limpieza de tu cabello. Sin comentarios…

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