Por muy loco que esté el tiempo es innegable que la primavera ya está aquí y que toca ir metiéndole mano al cambio de armario. Que no te asuste. Hazlo y sobre todo, hazlo bien. La clave de un estilo impecable, definido, de unas compras aprovechadas y sobre todo, de desterrar al “no sé qué ponerme” es un cambio de armario bien hecho.
Está claro que haría falta más que un post para darte los consejos definitivos en el cambio de temporada, pero igualmente aquí va un decálogo con el que intentaré que actúes con cabeza.
- Vacía el armario. O vestidor. O lo que tengas. Para hacer un eficiente cambio de armario primero hay que vaciarlo entero. Solo de esta manera sabrás exactamente lo que tienes, lo que vas a conservar, lo que ya está estropeado y no aguantará la siguiente temporada. Con todo sobre la cama, puedes hacer una buena selección.
- Limpia el armario. No solo de ropa. Métele una limpieza aprovechando que está vacío. Esto ayuda a ver las cosas con más claridad y a definir el orden de la nueva temporada.
- La ropa que vayas a conservar para la temporada que viene, lávala. Y una vez lavada (no planchada) guárdala en cajas o en otro armario que tengas para eso. Pero bien doblada y sobre todo, separada. Que en tu armario de verano no haya nada de invierno.
- Saca la de verano y analízala. Si te la vas a poner, si te vale, si te gusta. Si lleva muchas temporadas de caja en caja, entonces es el momento de deshacerte de ella.
- Haz una lista. Ya está fuera todo lo que tienes, así que es el momento de apuntar lo que te hace falta y lo que te gustaría.
- Analiza el espacio del que dispones y en base a eso organiza la ropa. Si tienes muchas barras, percha el máximo número de prendas posibles: además de vestidos, faldas y camisas, puedes perchar pantalones, punto y camisetas. Si tienes pocas barras y muchos estantes o cajones, entonces dobla pantalones, camisetas y punto. Separa siempre los complementos (utiliza cestas para los foulard o los cinturones o usa los cajones para ellos) y revisa también los accesorios: también van con las temporadas.
- Cuida el calzado. Además de que obviamente cambia con las temporadas (nada de UGG en el armario en pleno verano), ha de estar siempre a la vista y limpio. Si no te puedes permitir tenerlo en estantes o en un zapatero, entonces busca cajas apilables con el frontal transparente (como las de Ikea) o en su caja de cartón con una foto o descripción en el exterior. Pero siempre accesibles y sabiendo lo que tienes.
- Unifica las perchas. Primero, porque verás el armario más limpio y ordenado. Y segundo porque si tu problema es el espacio, si todas las perchas son iguales se reduce la pérdida del mismo. Elige siempre perchas finas (como las metálicas o de terciopelo) y evita las de madera que son muy monas pero ocupan una barbaridad. Por cada percha de madera te caben 5 de las finas. Y eso se traduce en prendas más desahogadas y que por tanto verás mejor y además se arrugarán menos.
- Intenta organizar la ropa por tipo de prenda (todas las camisas juntas, todas las faldas juntas) y por gamas de color. Ganarás tiempo para decidir qué ponerte y además no dejarás morir de inanición a esas prendas que nunca encuentras.
- Echa un vistazo al cajón de la ropa interior, pijamas y trajes de baño. Merecen también atención, cambio de armario (los de invierno, guárdalos) y renovación. Así que inclúyelos en tu lista de la compra.
No se te ocurra:
- Acumular. Me estresa la gente que acumula. Las casas llenas de cosas, los armarios repletos. Sé sincera contigo misma: ¿te vas a poner todo eso que guardas? ¿desde cuándo no te lo pones? Si tiene valor sentimental, al trastero, al canapé o a donde almacenes las cosas que no se usan a menudo. Pero no en el armario. Cuanto más acumules, mas frustrada te vas a sentir cada mañana. El espacio hace que todo fluya, es mucho más positivo.
- No tengas más de lo que puedes guardar. No te obsesiones con comprar. Si tienes poco espacio, compra poco (y bueno), ponible, combinable, versátil… pero de nuevo no busques la frustración de no poder guardar las cosas. Por supuesto, olvídate de meter las cosas en cajas y guardarlas por toda tu casa. Así no te lo vas a poner. Es dinero tirado. Y seguro que al final siempre vas vestida igual. Amiga, hazme caso que seguro que te pones happy a la larga.
- Guardar sin lavar. Las prendas SIEMPRE se lavan antes de pasar a dormitar hasta la siguiente temporada. No hace falta que las planches (de hecho, no es recomendable), pero sí es recomendable lavarlas. No al cerquillo de maquillaje. No al sobaquete amarillete.
- Mezclar temporadas. Muerte al armario “ecléctico”. Y un jamón ecléctico. ¿Qué pinta una parka de borreguillo en pleno verano? ¿o un jersey de cuello vuelto? ¿O unas botas mosqueteras? Que lo guardes te he dicho.
- En las listas de compras nuevas olvídate de tendencias que no te pegan. Da igual que se lleve. Mírate al espejo y cómprate lo que te pegue. O será dinero tirado y otro chisme más al acumulador. Tampoco caigas en los mil millones de básicos. Salir de la zona de confort es siempre recomendable. Arriesga un poco, dentro de tu estilo y posibilidades, pero atrévete a salir de tu camiseta de algodón + vaquero.
- No te pases con los complementos. También cambian de temporada. Y llegadas a una edad, merman. No hace falta tener treinta y siete mil millones de pendientes, doscientos cincuenta mil trillones de collares y ochocientos trogotrillones de pulseras. Vete reduciendo a lo que combine con lo que tienes y siempre subiendo poco a poco de calidad.
- Y es que llega una edad (sobre todo a partir de los 35) en la que elegantiza ir teniendo pequeñas cosas de las “buenas”. Poco a poco ir haciendo un armario en el que haya básicos de los que son fondo de armario de verdad. De los que te pones, te miras al espejo y dices “la Preysler a mi lado es una aficionada de señora. YO SÍ QUE SOY PURA ELEGANCIA”.