Siempre se ha dicho eso de que no se debe ir vestida de negro como invitada a una boda. En realidad, quien no debe es nadie cercano a los novios. Pero sí se puede ir de negro. Además, cada vez se diluye mucho más esa norma protocolaria. Y si tenemos un estupendo vestido negro como el de Bea, siempre podremos aprovecharlo añadiendo algo de color.
El vestido de Bea es negro, asimétrico, con volantes en el escote. La boda es mañana, en otoño. Veremos cómo combinarlo:
- Con unas sandalias de tacón alto en las que se juegue con el negro y otros colores como el azul eléctrico y el menta. Chaqueta de punto y manga francesa en menta y cartera de mano pequeña, tipo clutch, en azul eléctrico.
- Con zapatos en naranja. Cartera de mano en tostado. Estola de pelo tipo visón. Cabello recogido y pendientes grandes en naranja.
- Con guantes cortos de piel en amarillo pálido. Zapatos estampados en amarillo, azul y negro, por ejemplo. Bolso de cadena colgado a un hombro y chaqueta de manga francesa en amarillo pálido.
Si el tiempo está ya de medias, búscalas mejor tupidas.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: abrigos o chaquetas de corte largo. Con el vuelo del vestido quedarán fatal.
Las gargantillas podrían pelearse arduamente con los volantes del vestido. Así que mejor deja paso a los pendientes grandes y olvídate de collares y gargantillas variadas.
Un cinturón finito no ha lugar. No te quedes en la típica combinación de rojo + negro. Es el año del color: aprovéchalo.
Mezclar tendencias a veces es peligroso. Un kimono de repente es algo así como un insulto.
No le va nada una americana o blazer. Es que nada nada.
Lo encontrarás en: el vestido de Bea es de Lanvin para H&M. Los zapatos, de Zara.
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