Los días en los que nos levantamos y nos vemos sositas. O minimal, que parece que le resta un poco de tragedia. Esos días en los que nos ponemos una camiseta y una falda, o una blusa y un pantalón, o un vestido liso y sentimos que resaltan más nuestras ojeras que todo el conjunto-junto. Menos mal que los complementos están ahí para salvarnos la vida. Como los colgantes.
El colgante es esa pieza que en invierno mola pero que en verano lo peta. Y lo digo así, con toda la literatura diccionarada de que soy capaz. Quiero decir, que en verano es el momento de sacarles el máximo partido porque no llevamos abrigos ni capas varias de ropa y se pueden ver perfectamente con la ropa. Lucirlos, vaya.
Mucho más si el colgante es una pieza muy especial, con detalles de esos que llaman la atención y que provocan que en el metro la gente te mire de reojo con esa carita de medio-envidia (sana, claro, sana) o que las personas que te conocen te digan “qué chulo, ¿dónde lo has comprado?” Piezas como los colgantes de la edición especial de verano de El Jardín de Lulaila. Como siempre, hechos a mano en España. Con haz de cuero fino en marrón chocolate, apliques en bisutería dorada y una gran máscara-calavera en cerámica blanca colgando de una cadena dorada. Para combinar perfectamente con un baggy en tostado + blusa blanca de seda y cuñas de madera. O con un vestido liso, entallado, con un cinturón finito y sandalias de colores. O con minifalda dorada y camiseta supergrande + bailarinas. Infinitas opciones. Y además, no cansa. Se convierte en una seña de identidad que te diferencia y te desclona. Algo que siempre se agradece.
Seguid tan guapas.
No se te ocurra: complementos es algo añadido. No mogollón de cosas y como complemento, un vestido. Jugar al Marujita Díaz sólo le sale bien a Marujita Díaz.
Decántate por cositas algo más originales. Que eso de ir en el bus con la misma pulsera que tantas mujeres del mundo no quiere decir que sepas más de moda, que estés al tanto de lo que se lleva, que tengas dinerito ahorrado, que seas como quien se le viste por primera vez. Sólo significa que eres una borrega.
Ni gastarte el sueldo de tu vida ni tampoco llevar plastiquismo sideral. A partir de los 30 las pulseras de plástico son cosa de otro mundo.
Colgantes y pañuelos a mí siguen sin convencerme.
Lo encontrarás en: el look de la derecha es de Comptoir des Cotonniers. El colgante, pertenece a la nueva colección de El Jardín de Lulaila. Lo tienes en primicia en la tienda on-line, y pronto lo presentaremos en South Cádiz 36.32 N para cuyo showroom El Jardín de Lulaila ha sido seleccionada y estará presente.