Si hace calor, hay que disfrutar del calor. Sacar la piel al sol y disfrutar de bañarse en playa, piscina, charca o lo que toque. Y disfrutar también del proceso de comprarse un traje de baño. Porque elegir el bañador o bikini no tiene que ser una tortura si sabemos lo que nos favorece.

Lo fundamental es la actitud estilaria: mírate al espejo con cariño y seguridad y disfrútate. Si a ti te gusta, que te importe poco lo que vayan a decir, los estándares o lo que sea. Tú vas por encima de todo eso. Porque además, cuando se pisa con garbo, no hay contraargumento que valga.

Por eso, lo que van aquí son pinceladas por si elegir traje de baño se te hace bola. O si te asalta la inseguridad. O simplemente si detestas ir de compras y prefieres ahorrar tiempo. Pero siempre con el leitmotiv de que la última palabra la tienes tú.

Los trucos estilarios

Si tienes mucho pecho o lo tienes caído, busca copas con aro, que lo recogen mejor. Pero tampoco dejes de probarte escotes en pico con tejido reforzado que también te van a permitir ir cómoda.

Si tienes poco pecho, además de las copas con relleno, aprovecha los escotes halter que juntan el pecho. O detalles como volantes o fruncidos que aumentan talla ópticamente.

Si tienes barriga, los bañadores y braguitas altas con tejidos reforzados o con fruncidos, moldean muy bien la figura. Pero tampoco dejes de lado el poder óptico de los estampados. Se llevan muy bien con los volúmenes.

Si tienes la espalda muy ancha, prueba con escotes asimétricos. Y si eres muy recta, los modelos cut-out ayudan a generar cinturas visuales.

Al final, todo es cuestión de jugar con tus proporciones. De conocerte mucho, de entender tu cuerpo y de disfrutar de él. #noseteocurra pensar que el error está en ti. Porque si te pruebas algo y no te queda bien es porque no es para ti. Hay millones de otras opciones esperándote para sacarte el máximo partido.

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