París es siempre una buena idea. Para volver o para ir por primera vez, si no lo conoces. Viaja. Viaja todo lo que puedas y más.
El año comienza el día 7 de enero. Ese día en el que nos quitamos la pandereta y sacudimos los polvorones de la bandeja para salir pitando a las rebajas como alma que lleva el diablo. En este país somos así, intensidad pura. Idiosincrasia lo llaman. En este año 2018 me aproximo magnis itineribus a los 40 años. Me quedan 6 meses por delante para disfrutar de mi despedida de década. Y con el saber que da eso que se supone que es la madurez, os dejo aquí mis propuestas de propósitos de año nuevo en modo no se te ocurra. Cuando llegas a una edad, las cosas hay que planteárselas en serio. Improvisar cada vez está más sobrevalorado.
- No se te ocurra comer mal. No significa que ahora de repente nos pongamos como locas a plantar nuestros pimientos y lechugas, ni que tengas que alimentarte a base de tofu, ni renegar de un capricho de vez en cuando. Soy partidaria de la mesura, ya lo sabéis. Pero sí que es cierto que a partir de una determinada edad es positivo cuidar lo que comemos y bebemos. Tener orden en las comidas. Intentar que haya más fruta y verdura y menos carnes y azúcares. Planificar los menús de la semana para evitar caer en la cochinada máxima. Ese tipo de cosas. ¿Por qué? Pues porque el cuerpo no perdona. Porque lo notarás en un descanso mejor, en tu piel, en tu energía (comer más carne no significa tener más energía, por ejemplo). No es el Santo Grial (la genética siempre manda) pero es mejor no atacar al cuerpo con lo que no le hace falta. Lee libros, infórmate y poco a poco introduce pequeños hábitos que te harán sentirte mejor. No hablo de dietas (cuidado con las dietas…), hablo de sentirse bien: más sana, más ligera, con más energía. No te voy a recomendar nada porque no es mi especialidad. Lo que sé, lo sé de aprender de otros. Así que bucea por internet y lee. Es muy interesante.
- No se te ocurra acostarte sin desmaquillarte. No deberías haberlo hecho nunca. Pero si pasas de los 30 ya es impensable. La piel tiene memoria para todo. Así que límpiala, déjala respirar. Muchas de las pequeñas arruguitas que salen y mucha de la culpa de que la piel se vea apagada es culpa en ocasiones, de no ocuparse del cuidado de la piel.
- No se te ocurra descuidar la piel. A colación de lo anterior, porque tiene memoria. Así que cuidado con el sol, por ejemplo. Y ponte cada día una cremita en la cara. Una adecuada a tu tipo de piel (a esta edad deberías ya saber qué tipo de piel tienes). Eso sí, tampoco te pases al bando contrario y te pongas 4276490037264095 tipos de productos variados a la vez. Mezclarás principios activos y el efecto será el contrario: tu piel lo puede rechazar.
- No se te ocurra ir sin arreglar. No me vale el truco de “no me maquillo y así no me tengo que desmaquillar”. Si tienes 5 minutos para lavarte los dientes, tienes 5 minutos para maquillarte y otros 5 para desmaquillarte. No te digo que vayas como una puerta. Un poquitín de color, de corrector y te verás mejor. Tampoco me digas que no sabes maquillarte, porque con los chorrocientos canales de YouTube que hay, deberíamos saber todas ya pintarnos como LadyGaga.
- No se te ocurra dejar de ir a la peluquería. Lo mejor es siempre tener una peluquería de referencia que sepa aplicarte el color adecuado, que te haga el corte que mejor te va, que te vaya recomendando lo que necesitas en cada momento. Eso es lo perfecto. Invertir en la cabeza de una es muy importante y necesario (una vez al mes, por ejemplo). Pero si tu presupuesto está complicado, al menos date el gusto de ir a una low cost y llevar la cabeza como se merece.
- No se te ocurra tirar el dinero y acumular. Comprar está bien. Pero sé más selectiva. Piensa dos veces antes de comprar. Medita si lo que te vas a traer es adecuado para tu armario, si lo vas a explotar. Y si puedes, de vez en cuando vete metiendo alguna pieza algo más especial. Eso sí, recuerda que cuando entra algo nuevo, algo viejo ha de salir. No acumules basurillas.
- No se te ocurra no bailar delante del espejo. Baila delante del espejo. Siéntete una diva, una JLo divina, una Beyoncé poderosa. Pruébate ropa de vez en cuando, ensaya conjuntos. Es la única manera de empezar a introducir nuevos hábitos de ropa. De salir del aburrido monopolio del pantalón – camiseta – jersey – camisa – chaqueta de punto.
- No se te ocurra llevar zapatos feos. Intenta siempre llevar algo bonito en los pies. Porque en los pies está casi toda la información del estilo de una persona. Así que mucho más importante que los adornos variados que te pongas en el cuerpo, es lo que lleves en los pies. Y no es necesario que tengas una habitación plagada de zapatos. No. Es simplemente cuestión de que lo que elijas, sea bonito y muy ponible.
- No se te ocurra ser la última de la fila. Si cuidas de la salud de los tuyos, que no se te olvide la tuya. Recuerda que las mujeres debemos ir al ginecólogo una vez al año y revisar el pecho. Pero también hay que ir al dentista aunque no te duela una muela, por ejemplo.
- No se te ocurra renunciar a tu tiempo y tu espacio. Si puedes, un huequito en tu casa que sea para ti, para tus cosas. Virginia Woolf ya hablaba de la importancia de tener una habitación propia. Si no puedes, al menos que sea un rinconcito. Un armarito. Un algo. Y tiempo. Una hora, dos horas, una tarde. Lo que puedas arañar. Para ti. Para ir a la peluquería, para darte un masaje, para hacer ejercicio (ojo, no lo he puesto como propósito porque lo incluyo en el tema salud. Pero hay que hacer ejercicio. Física y mentalmente es fundamental). Para desconectar de todo, recargar la pila y seguir con todo para delante.