Si hace unos días hablaba de la pereza de los lunes, e intentaba arreglar el tedio madruganero con un pañuelo; hoy toca hablar de la maravilla de los viernes. Cerramos semana de nuevo, con un pañuelo. Ala, ala, alegría de fin de semana.
De los muchos beneficios que nos traen los días que no hay que laborar, está el de poder viajar. Y mejor aún, el de hacer una escapada. La diferencia entre un viaje y una escapada es que del primero se vuelve agotado. Por mucho que sea un período vacacional, la realidad es que volvemos tan cansados como cuando nos marchamos. Eso sí, nuestra mente viene despejadita y sin estrés. La escapada en cambio suele ser más cerca y menos días, a un lugar que más o menos conocemos o que no exige que le dediquemos demasiadas horas de investigación. Sobre esta última hablaremos hoy, ya que a las compañías low cost (qué eufemismo tan mono para no decir vuelos baratos) (que por otro lado, no siempre son baratos) se les ha dado por tirar la casa por la ventana en plena cuesta de enero y amargarnos/ponernos los dientes largos con las ofertas de viajecitos varios.
Ya hemos experimentado con un contenido de maleta más efectivo, así que ahora lo que queda es vestirse para viajar en un avión cómodamente y sin perder el estilo.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el confort manda. Los aviones son espacios reducidos en los que es difícil moverse con abrigos largos (que además, se arrugan en los poco amplios cajetines) o con tacones demasiado altos. Lo mismo en el asiento. Son pequeños y estrechos, y no será viable viajar con jerseys de lana gruesa porque pasaremos calor, y los movimientos para deshacernos del jersey pueden ser incluso, dolorosos. Sin contar con la repetición de golpes variados que repartiremos entre nuestros dos compañeros de fila. Otro asunto es el del bolso. Si es grande, más facilidad tendremos para llevar nuestras manos libres. Y si es de piel blanda, mejor lo acoplaremos a la parte inferior del asiento delantero.
Con esto, propongo:
- un pitillo con elástico con botas amazona, camisa blanca amplia, cinturón en la cadera, capita de lana en gris y bufanda de lana larga, en color crudo. Un shopping bag o un XXL y algún broche de color en la capita si nos vemos demasiado neutras. Si nos apetece o nos resulta más cómodo, podemos sustituir el pitillo por un pantalón de corte masculino.
- también darle otro aire con unos botines bajos de ante, en color verde oscuro. O sustituir la bufanda por un pañuelo grande al cuello, como el de la fotografía, en un aire más chic.
Vestidas así podemos aterrizar e irnos directamente o a conocer la ciudad, o a tomarnos una copa de vino con la maravillosa persona que nos haya venido a recoger.
No se te ocurra: ir en chandal. Repito: no. Creo que todavía no hay vuelos dedicados al ejercicio aéreo. Mientras no se invente el Pilates&low cost, dejaremos nuestra ropa deportiva para el gimnasio.
Viajar con botas demasiado ceñidas a nuestras piernas. El síndrome de la clase turista existe. No lo forcemos. Y sobre todo, no nos convirtamos en los primeros pasajeros que lo sufran en un trayecto de apenas una hora. Es muy importante que elijamos un calzado cómodo, tanto como si fuéramos a caminar.
Lo mismo con los pantalones. No llevemos corsés para muslos. Que de nada valdrá que nos gastemos altos porcentajes de nuestros sueldos en cremas anticelulíticas si luego no dejamos que los tejidos respiren.
Ponerte bufandas con flecos, borlas, pompones y demás elemento infantil. En este estilismo no pega. Dejémoslo para faldas o vestidos bohemios, katiuskas o looks más naif.
Lo encontrarás en: la capita es de Trucco. Los botines bajos de tacón, en ante y color verde, los tienes en Stradivarius.
Seguid tan guapas.
P.D. Siento haber estado desconectada estos días. El trabajo es lo que tiene. Absorbe. Gracias por vuestra paciencia.